Clarín, 27 de Octubre de 2012
POR ANDRÉS MATINATA
Expertos locales y de EE.UU. destacaron que la Argentina tiene todo para volver a ser una potencia.
En las próximas décadas, el crecimiento de la población mundial y la mejora de la calidad de vida en países como India y China se reflejará en un aumento en la demanda de alimentos.
Si bien la producción de granos es fundamental para sostener esta tendencia, la realidad indica que, en ese marco, también habrá una búsqueda de proteínas de mayor calidad. Ante este panorama, el mundo sigue con atención la evolución de los grandes países productores de carnes bovinas, como Estados Unidos y Argentina.
¿Cómo están posicionadas estas cadenas de valor de la carne en estos países y cuál es su potencial? Para responder estas cuestiones y ver las principales tendencias, se llevó a cabo un seminario en la sede porteña del Centro de Consignatarios de Productos del País, organizado por la Red Argentino-Americana para el Liderazgo (REAL) y el laboratorio Agropharma, en el que especialistas estadounidenses y argentinos analizaron estas temáticas.
En el caso de la ganadería norteamericana, y desde la perspectiva de Brooke Markley, agregada agrícola de la embajada de EE.UU. en Argentina, la sequía es una cuestión ineludible, con un fuerte impacto en el stock de animales y en la producción forrajera.
Para dimensionar su alcance, explicó que el rodeo bovino norteamericano, que a la fecha contabiliza un stock de 90,8 millones de cabezas, atraviesa una fase de retracción, ya que el 75% del área ganadera se vio afectada por una fuerte falta de lluvias. Otros indicadores de esta situación son el consumo de carne bovina, que ha descendido hasta ubicarse sobre los 37 kg/hab/año y un incremento en la faena de vacas lecheras.
Con una oferta forrajera resentida por la sequía, los productores ganaderos se vuelcan hacia el silaje de maíz y apuntan a retener sus vientres, con la intención de mejorar su eficiencia productiva, y sin perder su perfil exportador.
De cara a los próximos años, Markley estimó que la demanda sostenida de proteínas animales a nivel mundial -en un marco de precios estables de granos- constituirá un gran envión para la ganadería. “La rentabilidad positiva empujará la producción y cada sector se recuperará de acuerdo a sus ciclos productivos”, remarcó.
El especialista local Fernando Canosa analizó, por su parte, las perspectivas de la ganadería argentina desde el punto de vista productivo y sostuvo que el sector cuenta con un gran potencial, pues aun está lejos de su techo.
Para capitalizar estas oportunidades, una de las vías es la intensificación. En esta dirección, Canosa estimó que debe elevarse la tasa de destete a nivel nacional, para crecer del actual promedio de 62% a un 75%. Con esta mejora de los índices reproductivos, la producción de terneros a nivel nacional permitiría sumar 2,7 millones de ejemplares al rodeo.
“Es una cifra posible, porque ese nivel de destete es el promedio de los campos medios argentinos”, remarcó. Y agregó que con un aumento de la base forrajera que permita incrementar el número de vientres, la producción de carne bovina puede crecer 1,48 millones de toneladas.
Desde una mirada más global, Peter Goldsmith, de la Universidad de Illinois (EE.UU.), señaló que para erigirse como un sólido proveedor de alimentos a nivel global, Argentina deberá centrarse en dos factores estructurales: la productividad y la investigación y desarrollo. “El mundo necesita productos de alta calidad y en el hemisferio sur existen muchas oportunidades”, remarcó.
De esta manera, y frente a un mundo que demanda alimentos de más calidad, Argentina cuenta con todas las herramientas para ser un protagonista.